
Hay momentos en que necesito irme lejos, como ahora.
Nunca he logrado hacerlo porque existen cosas que me atan; ésta vez es diferente, porque ya no siento que las cosas vayan a cambiar, ya no estoy esperando un trabajo, ni la entrega del departamento, ni algo que vaya a dar un giro a mi vida.
Quizá un enorme ramo de rosas y una caja de chocolates en la puerta de mi casa harían dudar, pero está claro que no hay nadie dispuesto a hacer eso por mi.
Y por eso es que debería irme.
P.